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LA INVITACIÓN

Rápidos y silenciosos los pasos recorrían la cornisa de la antigua casa.  Llegaban al borde y, sin esfuerzo, saltaban al próximo techo. La cabeza de la gárgola que el tiempo y el abandono desfiguraran era el sitio idóneo donde esperar a su presa. O sin sed, como ahora,  pensar,  recordar... Allá abajo la chica miró una vez más el papelito con la dirección  asegurándose que el viejo edificio era el correcto. 
Subió las escaleras flanqueadas  por dos farolas a gas; detalle original e interesante. 
En lo alto, dos grandes hojas de madera y un cartel de pie que rezaba: “La lágrima roja”. 
Las puertas cedieron fácilmente. Incienso y aceites aromáticos se consumían sobre pequeñas llamas que, sin éxito, trataban de ocultar el olor a vejez y olvido. Tardó en acostumbrar la vista a la penumbra interrumpida de tanto en tanto por alguna vela derritiendo su existencia en un candelabro de pared.  Introdujo un brazo en las pesadas cortinas e hizo espacio para pasar.
Colgando de las sombras, cientos de pequeñas llamas iluminaban un amplio espacio vacío.  Las numerosas luces parpadeantes no eran suficientes para replegar del todo la oscuridad. 
Dió unos pasos dentro del ondulante círculo dorado. 
Una a una, aleatoriamente, gotas de frío fuego azul despertaban señalando las mesas que cual ejército asediaban la pista de baile.  
Eligió y tomó asiento.  
Un lamento encendió el fuego a ras del proscenio; el fuelle se desperezaba sobre la rodilla del grotesco ejecutante. Un violín sumó su llanto, dedos largos, esqueléticos desangraban notas en el piano. Cada gota instrumental sumaba sombras danzantes a la pista.  
Inconsistentes figuras murmuraban en las mesas, mezclándose con la nada y volviendo a tomar forma. 
Armoniosa mano rematada en cuidadas uñas largas la invitaban a un baile... 
Levantó la vista...  Ojos negros la miraban desde un rostro de ángulos pálidos y perfectos. La sensual sonrisa atraía con poderosa sexualidad masculina.  
Se puso de pie, buscó esos dos pequeños círculos de noche... no estaban. 
Movimientos delicados, amables y seguros sacaron de sus hombros el abrigo. 
Los músculos se tensaron al helado contacto de una piel de mármol. 
De la cintura, la guió hasta la pista, un brazo cortés, educado, inflexible no dejaba opción, se dejo llevar. 
La espalda con un tenso reflejo reaccionó al nuevo y frío contacto, la mano y el brazo del singular partener no sólo estaban helados como el acero sino también parecían tener la misma consistencia; cosa que no impedía un baile fluido, sobrio y exquisito. 
Parecía llevarla con el pensamiento y no con el cuerpo. Guiaba sus movimientos con la justa antelación para que su cuerpo predijera las siguientes figuras consumando un baile de fina exquisitez coreográfica. 
Entre vaporosas e incorpóreas parejas grises,  bordaban el aire, alquimistas de la danza, trocaban sonido en movimiento. 
Aliento de hielo contrajo los capilares del cuello, filosos incisivos profanaron la arteria absorbiéndole la vida, desviando su destino hacia la terrible eternidad. 
Los párpados dejaron libres los iris de impecable escarlata.  El polvoriento suelo hacía de almohada, luz de calle colándose entre las podridas y rotas persianas mostraban a -medias una enorme, vacía habitación abandonada. En el centro, frente a ella, desde un antiguo espejo de marco oxidado, su vieja imagen de pie la observaba... Sonrisa triste, resignada, un adiós acompañado de una lágrima que resbalaba y colgando del mentón esperaba... con dedos de mármol busco esa lágrima en su cara... no había nada... 
La cristalina gota de sal se desprendió en el reflejo. La lágrima roja encontró el piso dibujando un pequeño círculo de sangre. 
Busco su imagen, no estaba, el espejo no devolvía nada, sólo una vieja habitación abandonada...

TIEMPO

Bajo la lluvia de una noche del 94` baile mi ultima pieza...

La milonga estuvo aburrida, pocas solas, muchas parejas, conseguir una tanda era competir con el resto de la jauría, nunca me considere un macho alfa ni mucho menos, ligar para baile estaba jodido ni pensar en conseguir algo más.

Decidí partir, salude con un gesto a los conocidos que acertaron verme pasar entre las mesas, en el improvisado guardarropas del local intercambie el numerito azul por mi sobretodo. Di las buenas noches a la chica que atendía, la misma que más temprano había recibido mi propina en la barra durante la clase anterior al baile, seguramente la misma que, si volvía dentro de unas horas, encontraría limpiando...

Llegue a la avenida... nadie... San Juan estaba desierta, a unas cuadras el punto rojo de un taxi navegaba lento a la espera de algún naufrago nocturno.

Con las manos en los bolsillos del saco, la cara resguardada entre las solapas levantadas le hice frente al frío y vadee la tranquila corriente de asfalto... a doscientos metros el auto esperaba el verde para seguir su búsqueda.

Allá en el fondo un relámpago agrieto el cielo; en la vereda de enfrente, confundiéndose con las sombras,estaba sentado un gato esperando vaya a saber qué. 

El esmeralda baño auto y calzada, el conductor se tomó su tiempo en reaccionar,enfrente el pequeño felino me alumbraba con redondos ojos luminosos, algo que solo él percibió hizo que se perdiera en la noche.

Despacio muy despacio el auto cruzaba la intersección... cuando no hay punto de referencia o comparación, las cosas flotan se suspenden el tiempo pierde consistencia.

En taxi quince minutos, tenía hambre, al dia siguiente no trabajaba, cocinaria tranquilo, leería un rato...

Las siluetas apresuradas de una mujer y un niño aparecieron en escena anticipando el taxi y echando abajo mis planes para el futuro inmediato.

El vehículo y sus pasajeros pasaron a mi lado rumbo a su nuevo destino, no se porque pero ver alejarse las luces traseras dejo en mi ánimo una sensación de soledad.

San Juan un oscuro río solitario que se perdía allá lejos en el vértice de las veredas.

Un relámpago, un trueno y las primeras gotas... cartón lleno!!

Retrocedí buscando con la espalda la pared bajo un alero, la gotas en cuestión de segundos se transformaron en una llovizna persistente.

Una mano presiono mi brazo derecho, el corazón se me detuvo por unos segundos, me di vuelta, intente alejarme, la mano firme y el gesto negativo de un rostro arrugado, donde se alojaban un par de ojos acuosos y gastados, me hicieron cambiar de opinión.

La anciana me ofreció su mano derecha y miró significativamente mi izquierda; sin saber que hacía la tomé...mi brazo derecho como si tuviese propia voluntad rodeo el cuerpo jorobado y esquelético.

La nublada mirada busco la mía, pese al rechazo y el asco no podía apartarme, una sonrisa dejó a la vista una hilera de podridos dientes a través de los cuales se filtraba un aliento a madera vieja, humedad, encierro.

Ya no era llovizna, la lluvia era continua y densa, el viento arremolinaba en agua en torno nuestro...

Todo estaba girando,todo se movía, pero no, era yo quien giraba en un bizarro baile con mi espeluznante compañera.

Giro, giro, más giro, el agua me empapaba, me costaba tener los ojos abiertos, la lluvia parecía aumentar.

A nuestros pies el gato se enroscaba se frotaba sincronizado perfectamente en una coreografía de pesadilla, la sonrisa de la anciana había crecido hasta dejar ver una negra lengua que pegajosa se deslizaba por los cuarteados y descoloridos labios.

Cerré los ojos el giro me adormecia, el cansancio se adueñaba de mí, no se cuanto tiempo giramos asi, segundos, minutos, años?? daba lo mismo mi mente giraba, giraba...

Abrí los ojos, el agua como si de maquillaje se tratara borraba y arrastraba las arrugas... 

debajo de mi brazo los huesos se llenaban de carne y músculo firme, vi como las uñas largas, amarillas y quebradas retrocedían dando lugar a uñas nuevas, perfectas, rojas... la mano cadavérica, que hasta hace un instante tenía entre la mía, lo mismo que un reptil despojaba su vieja piel para lucir una saludable, rosada llena de vida

Levanté la vista, hermosos ojos hacían juego con un joven, atractivo y sensual rostro... labios bermejos, insinuantes, enmarcaban una dentadura blanca y brillante.

Mis piernas se aflojaban, mis pies tropezaban, estaba agitado... ya no llovía, mis ojos me devolvían una imagen borrosa como si hubiese humo o neblina...

La joven me acompañó hacia la pared, me ayudo a sentarme en el piso... 

Hermosa, el negro cabello hacía resaltar más la blancura de su rostro en donde unas joyas azules me miraban con lástima.

La vi alejarse... un cuerpo que llamaba a toda clase de pensamientos, fantasías lascivas y lujuriosas.

La ropa a pesar de estar mojada me quedaba demasiado holgada, baje la vista arrugadas manos temblaban no de frío...sino por falta de pulso.

Las Débiles piernas no eran suficientes para levantar el gastado cuerpo..

Mire a un costado, el pequeño felino sentado medio oculto en las sombras me miraba con ojos luminosos, San Juan un oscuro río solitario que se perdía allá lejos en el vértice de las veredas...

...

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